DIPLOMADO EN PEDAGOGIA TEATRAL
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"No basta perder la vergüenza para ser actor" Héctor Mendoza.

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"No basta perder la vergüenza para ser actor"  Héctor Mendoza. Empty "No basta perder la vergüenza para ser actor" Héctor Mendoza.

Mensaje  Marco Antonio Robles Dávi Lun Feb 16, 2009 12:57 pm

No basta perder la vergüenza para ser actor, asegura Héctor Mendoza El autor mexicano, quien acaba de publicar ?Actuar o no?, dice que se requiere de una excelente cultura para llegar a ser un buen dramaturgo Actuar y hacerlo bien va más allá de perder sólo la vergüenza, implica dominar y conocer un arte muy complejo. Tardíamente investigado y del que, aún, sabemos poco, externó el director y dramaturgo Héctor Mendoza. Setenta años de teorizar no han sido suficientes. Los estudios sobre la actuación a nivel internacional son relativamente recientes; no obstante, esta exploración de carácter más científico, aunque joven, va clarificando el camino, indicó. Abordado a propósito de la edición de su libro "Actuar o no", publicado por El Milagro, y el cual reúne tres de sus textos teórico-dramáticos, el autor de "La naturaleza de los espíritus" señaló: No basta "perder la vergüenza" para ser un actor, como simplistamente dice la tradición. Es verdad, "hay que ser un descarado, pero también un buen entendedor de la naturaleza humana y un verdadero pozo de sabiduría", dijo. En la Universidad de Yale, Mendoza escuchó decir a su maestro Eugene Frankel que actuar era reaccionar a "estímulos" ficticios y en esto ha basado su teoría. El actor que yo pienso es "alguien que entiende la naturaleza humana en una forma verdaderamente extraordinaria y lo da a través de una gestualidad para la cual se ha entrenado cuidadosamente. La gestualidad física y vocal son fundamentales. Y la expresión vocal exige el conocimiento del idioma y un buen actor es quien lo conoce tan bien, como para manejarlo". Este nuevo libro de "Actuar o no", versión corregida y aumentada, quedó conformado por una selección de tres textos que eran obligados: "Son obras escritas con la preocupación de divulgar lo que es el arte del actor. Desde hace varios años estoy preocupado por esta idea recurrente y limitante que lo califica sólo como alguien con algunas dotes artísticas, pero sin ninguna ciencia que lo respalde". Lo cual, consideró, habrá que cambiar. Ya se ha avanzado. Los ensayos y la producción teórica con la que ahora contamos, primero con Denis Diderot y "La paradoja del comediante", y luego las torales aportaciones en los años 30 de Stanislavsky lo hacen posible, en virtud de que este creador arrojó mucha luz sobre el tema. En la mente del público persiste la idea de que no hay un verdadero trabajo del actor antes de salir al escenario y en algunos casos tiene razón, luego de que se siguen dando actores hechos en la práctica, pero también ya tenemos generaciones formadas en la academia que saben cuál es el mecanismo del actor y del ejercicio de actuar, comentó. Es poquísimo el tiempo que tenemos de contar con un conocimiento científico de la actividad actoral. Menos de tres cuartas parte de siglo de conocimiento sistemático. Por lo que es explicable que la gente, ante esta dilación, le reste méritos al oficio, que resulta ser un "arte muy complejo". Y en México, agregó, aunque incipiente, pero ya podemos hablar de una especie de actuación mexicana. La cual ha estado dada por una conciencia mayor de los hacedores escénicos de la última mitad del siglo sobre lo que es la actuación. "Y ya no sólo imitamos las formas plásticas o teorías estéticas, sino empezamos a entender lo que hace el actor a partir de una reflexión sobre nosotros mismos y nuestro quehacer". Luis de Tavira, José Caballero, Raúl Quintanilla y Germán Castillo "son algunos de los creadores que han estado muy pendientes de esta inquietud que ha nacido de saber qué es y en qué consiste ser un buen actor", mencionó. La identidad de esta actuación es la de la emoción. Manejada desde todas las posibilidades de lo que es verosímil, apuntó. Jerzy Grotowski se presentó en los años 60 como un campo muy rico. Así lo parecía, pero se agotó, porque la exaltación emotiva de sus espectáculos vino a ser muy aburrida. "Nosotros ahora buscamos la sutileza de los niveles emotivos, de expresión. De estados de ánimo infinitos. Buscamos un actor que sea capaz de fluctuar en todas estas emotividades". Siento además, dijo, que el conocimiento exacto del texto y el contacto con el actor "nos da la línea de la emotividad". El actor, agregó, es primordialmente un creador emotivo. Aunque tampoco vemos al actor en gran emotividad constantemente. Sin embargo, "lo vemos emotivo a distintos niveles. Y mientras más niveles maneje el actor, más grados de represión o no de estas emotividades harán sabrosa la historia que queremos contar y conocer", concluyó. Héctor Mendoza, dijo Braulio Peralta, quien prologó el libro, propone con estas obras teatro dentro del teatro para actores siempre en proceso de formación. "Para amar, como para actuar, siempre se necesita del otro. Un gran actor tiene que ser sabio y al final de cuentas debe de ponerse en manos de un interlocutor. No, la guerra pedagógica no termina y no terminará mientras las técnicas, todas, no se complementen a la perfección", apuntó.
Angélica Valenzuela, El Universal Viernes, 11 de febrero de 2000.
http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=2938&tabla=cultura

Marco Antonio Robles Dávi

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